La adopción inevitable de las herramientas de inteligencia artificial genera una necesidad creciente de gestores con habilidades y conocimientos de IA que sean capaces de supervisar y guiar el proceso de cambio organizativo en el que participan humanos y máquinas. Las compañías buscan desesperadamente a los ‘cuidadores de la IA’, un nuevo perfil de jefe llamado a cambiar las empresas.
Pocos dudan ya de las oportunidades que ofrece la inteligencia artificial, sobre todo en lo que se refiere al mercado laboral, la gestión de personas, la productividad y el acceso a perfiles y profesiones con futuro. Eso sí, persisten las incertidumbres sobre los riesgos que podría implicar esta tecnología, y también una cierta frustración de los empleados, que se muestran desamparados ante la adopción de la IA: millones de profesionales sienten que no están debidamente capacitados ni informados sobre la inteligencia artificial por parte de sus empresas, y la falta de formación se convierte en un obstáculo para aprovechar las posibilidades de unas herramientas que deberían hacernos mejores profesionales, más productivos y eficaces.
Nuevas necesidades
En todo caso, y a pesar de que hay quien piensa que las facilidades que otorgan las nuevas herramientas de IA reducirán las necesidades de los gestores y directivos, una investigación de IESE concluye entre otras cosas que las empresas que adoptan la inteligencia artificial tienden a aumentar tanto el número como la proporción de puestos directivos.
La IA impulsa un aumento sustancial de la productividad, y su adaptación por parte de las organizaciones influye en la cantidad de gestores necesarios y modifica el perfil de competencias de éstos.
El estudio, realizado con información procedente de 375 millones de ofertas de empleo en Estados Unidos desde 2010 a 2022 -proporcionada por la empresa de análisis de mercados laborales Lightcast- confirma que las compañías buscan cada vez más jefes con habilidades cognitivas e interpersonales, como la colaboración, la creatividad y el análisis de datos, mientras que disminuye la demanda de tareas administrativas rutinarias.
Aunque la introducción de la IA puede automatizar ciertas tareas, añade una complejidad que requiere de supervisión, interpretación y coordinación humana.
Utilizando los datos de las ofertas de empleo de Lightcast, el estudio desarrolla una medida de la adopción de la IA basada en las habilidades, y hace un seguimiento de las vacantes de las empresas relacionadas con la inteligencia artificial a lo largo del tiempo.
En realidad, cuando las organizaciones empiezan a utilizar la tecnología de forma más intensiva, el número de puestos vacantes de gestores también se incrementa, y la investigación de IESE insiste en el impacto que tiene la adopción de la IA en la demanda de profesionales y en las habilidades que se requieren para determinados puestos.
Cuando las empresas se vuelven más intensivas en IA, publican más vacantes directivas, tanto en términos absolutos como en porcentaje total. Así, un incremento de un punto porcentual en el uso de la IA deriva en un aumento de entre el 2,5% y el 7,5% en los cargos de dirección, así como un ascenso de entre el 0,4% y el 1,4% en la proporción de managers.
Mireia Giné, coautora del estudio junto con Sampsa Samila, José Azar y Liudmila Alekseeva, de la Universidad Católica de Lovaina, explica que «la adopción de la inteligencia artificial no es un proyecto de tecnología. Muchas empresas lo piensan como un proyecto de tecnología, y se lo encargan a la gente de TI. Pero se trata realmente de un ejercicio de management».
La coautora del estudio añade que «cuantos más perfiles de inteligencia artificial hay en las compañías, más demanda se da de gestores con habilidades diferentes. Las responsabilidades de estos directivos y gestores se amplían. Se trata de cuidar de la IA, de supervisar los algoritmos y de que éstos trabajen bien con los equipos».
Además, el aumento de complejidad y responsabilidad significa que los jefes no sólo tendrán que supervisar a los empleados humanos, sino que además deberán gestionar el despliegue de la IA, su uso ético y la eficacia operativa de los sistemas de inteligencia artificial.

Supervisión experta
Mireia Giné cree además que «para que la inteligencia artificial sea útil hay que estar encima de ella, y se hacen necesarios los gestores capaces. El mejor complemento para la IA son los gestores».
La idea es garantizar que los sistemas de inteligencia artificial mejoran el rendimiento humano en lugar de perturbarlo. El proceso de simbiosis entre el ser humano y la IA ya está en marcha, y los niveles adicionales de responsabilidad sugieren que un nuevo tipo de gestores será esencial para navegar por la interfaz humano-IA.
Hay que tener en cuenta además que los sistemas de inteligencia artificial son propensos a los sesgos algorítmicos, a la imparcialidad y a la falta de transparencia, de ahí la necesidad de supervisión por parte de los gestores, y de una intervención humana que pueda mitigar estos problemas.
Se trata de encontrar responsables de que la IA se utilice de forma ética y no repercuta negativamente en los trabajadores, ya que la interacción entre los empleados humanos y la IA puede crear problemas de coordinación que requieren de una mediación experta.
La IA podría considerarse como una nueva unidad funcional que requiere una supervisión de gestión especializada, lo que aumenta el número de gestores necesarios para garantizar el buen funcionamiento.
Todo esto sugiere que la IA reconfigura las organizaciones, aumentando la importancia de los conocimientos de gestión y modificando las funciones y responsabilidades de los directivos dentro de las empresas, que necesitan cada vez más supervisión directiva para integrar y gestionar los sistemas de inteligencia artificial junto con los equipos humanos.

Mireia Giné explica que hasta ahora, la tecnología no implicaba repensar los procesos, y añade que «las organizaciones deberían estar pensando en cómo reorganizar procesos y en cómo la gente será mejor usando las máquinas». Para la coautora del informe AI adoption and the demand for managerial expertise, «la adopción va sobre el talento de la organización, y en el hecho de repensar los procesos está la creatividad de los jefes».
La investigación de IESE habla de un cambio en la naturaleza del trabajo de dirección en los entornos en los que la IA es protagonista y además, aunque la adopción de la IA aumenta los salarios de los directivos, lo hace de un modo que refleja las tendencias más generales del mercado laboral, lo que sugiere que las empresas valoran más las funciones directivas y no directivas a medida que integran la IA. Esto subraya los profundos cambios organizativos que implica aplicar las herramientas de inteligencia artificial, en particular la importancia estratégica que tiene la experiencia directiva.
La necesidad de una supervisión más matizada, la complejidad de la gestión de la interfaz entre el ser humano y la IA, y la interpretación de los resultados de la IA contribuyen a esta probabilidad. La integración de las nuevas tecnologías, en particular las que crean sinergias entre la IA y los servicios de información, aumentar la intensidad de la gestión, y requiere de estructuras organizativas híbridas.