Si la inteligencia artificial decidiera su sueldo, un ascenso o la posibilidad de que le despidan…, ¿cree que su vida laboral sería mejor? Que los jefes usen la IA para decidir sobre su trabajo plantea riesgos evidentes.
Antes de la pandemia, cuando los avances en inteligencia artificial (IA) no habían alcanzado la dimensión ni el uso cotidiano que tienen ahora, y a pesar del temor generalizado a que los robots pudieran quitarnos el trabajo, algunos estudios -como el de Oracle y Future Workplace- ya revelaban que la IA estaba cambiando la forma en la que las personas contemplan su lugar de trabajo. La investigación añadía además que el 64% de los encuestados confiaba más en un robot que en su jefe. Ya entonces se planteaba la posibilidad de que un robot o un algoritmo pudiera mandarnos, y de que esta circunstancia fuera aceptada por cada vez más profesionales.
Recientemente una encuesta de Gartner concluía que el 57% de los empleados considera que los humanos son más sesgados que la IA. Añade que para el 87% de los profesionales los algoritmos ofrecen una retroalimentación más justa que los jefes humanos.
Quienes defienden esto se basan en la idea de que los sistemas de inteligencia artificial eliminan factores subjetivos como el favoritismo, los prejuicios inconscientes o las emociones momentáneas que pueden influir en las decisiones humanas.
La confianza en la inteligencia artificial se basa en que utiliza métricas objetivas y datos históricos para evaluar el rendimiento, lo que genera mayor confianza entre los empleados, que valoran la transparencia en las evaluaciones basadas en datos y sienten que estas herramientas reducen la ambigüedad en las decisiones.
Jefes asociados a la IA
En esta carrera por ver si tiene sentido que lleguemos a tener a la IA como jefe, la pregunta ya no es si la inteligencia artificial transformará nuestras vidas laborales, porque ya lo está haciendo. La cuestión es si tendremos voz y voto en cómo se desarrolla esa transformación, o si simplemente nos adaptaremos pasivamente a decisiones tomadas por algoritmos que nunca fueron diseñados para comprender la complejidad total de la experiencia laboral humana.

Todo se complica un poco si hacemos caso de las conclusiones de un nuevo estudio de Resumebuilder: destaca el hecho de que cada vez más jefes utilizan la inteligencia artificial para tomar decisiones de todo tipo acerca de la vida laboral de sus empleados.
Entre otros resultados, la investigación señala que uno de cada cinco jefes deja con frecuencia que la inteligencia artificial tome las decisiones finales sin intervención humana alguna.
Quienes mandan están usando la IA personalmente para tomar decisiones individuales sobre empleados específicos, desde aumentos salariales hasta despidos, y este fenómeno se da sin supervisión corporativa, sin entrenamiento adecuado, y usando herramientas de consumo general que no están diseñadas específicamente para decisiones de gestión de personas.
En esta nueva situación, el perfil algorítmico ideal sería el de aquellos empleados que tengan patrones de trabajo regulares, métricas cuantificables claras, trayectorias profesionales lineales y estilos de comunicación que tienen que ver con datos históricos de alto desempeño.
Por el contrario, los invisibles para la IA serían los empleados creativos, los colaboradores silenciosos pero efectivos, las personas con estilos de trabajo no tradicionales, los empleados que añaden valor de maneras difíciles de cuantificar, y aquellos con necesidades de flexibilidad especiales.
Del sueldo a los despidos…
La investigación muestra además que el 78% de los jefes ya usa la IA para decidir sobre los aumentos de sueldo de sus empleados, lo que significa que los algoritmos influyen directamente en los ingresos de los trabajadores.
Entre las consecuencias reales del uso de la inteligencia artificial por parte de los jefes en lo que se refiere a salarios y compensación hay que hablar de un impacto positivo y, obviamente, de ciertos riesgos.
En la parte positiva, según una encuesta de PwC, los empleados que usan IA generativa diariamente tienen expectativas un 76% más altas de obtener mejores sueldos. Las herramientas de IA pueden ayudar a identificar inequidades salariales mediante análisis de datos masivos.
El escenario optimista se completa con la posibilidad de que se consiga una mayor objetividad, cierta reducción de sesgos de género y raza, o una compensación basada puramente en métricas de desempeño.
Pero también hay riesgos: los sesgos algorítmicos pueden perpetuar disparidades salariales históricas si los datos de entrenamiento contienen prejuicios, y también se puede dar una cierta falta de transparencia sobre cómo los algoritmos determinan los aumentos salariales.
Según Resumebuilder, el 77% de los gerentes utiliza la IA para tomar decisiones sobre promociones y para evaluar las carreras de los profesionales a su cargo. Aquí también hay luces y sombras: compañías como Unilever han documentado un 75% de reducción en el tiempo de reclutamiento y en el examen de más de un millón de candidatos usando IA para decisiones de contratación, e IBM Watson proporciona planes de desarrollo personalizados basados en análisis predictivo de trayectorias profesionales.
Con un 77% de jefes usando la IA para los ascensos, las trayectorias profesionales se convertirán en ejercicios de optimización algorítmica. Los empleados que no encajen en patrones históricos de ‘éxito’ -innovadores, pensadores laterales, personas con estilos de trabajo únicos- podrían ser sistemáticamente excluidos de oportunidades de crecimiento.

Puestos a elucubrar, en un futuro en el que la IA determina ascensos y compensaciones, los empleados podrían optimizar su comportamiento para hackear los algoritmos en lugar de generar valor real, creando una cultura laboral artificial, superficial y manipulada.
Además, la investigación destaca que casi un 70% de los jefes hace caso de la IA para cuestiones de despidos o finalizaciones de contratos. Esto podría provocar que muchos empleados vivan bajo una especie de espada de Damocles algorítmica. Así, una semana improductiva, ciertos patrones atípicos de comunicación o métricas que no estén alineadas con modelos predictivos podrían resultar en la rescisión laboral automática sin tener en cuenta las circunstancias personales, la contribución del profesional a lo largo de su trayectoria o el potencial de éste.
Un futuro incierto
La tendencia creciente a usar la IA para decidir sobre la vida laboral de los empleados tiene lugar sin que los jefes tengan la formación y el conocimiento suficiente sobre estas herramientas. Resumebuilder concluye que dos tercios de los gerentes que usan la IA nunca han recibido entrenamiento formal sobre ella. A esto hay que añadir la posibilidad de que los sistemas puedan perpetuar patrones históricos de contratación que pueden ser discriminatorios, sin olvidar la pérdida de contexto humano: la IA carece de empatía y de criterio contextual necesario para las decisiones que tienen que ver con la gestión de personas.
Si los jefes continúan delegando en la IA decisiones cruciales sobre la vida profesional de los empleados, estamos ante una transformación radical del lugar de trabajo que redefinirá fundamentalmente la experiencia laboral humana.
Y si esto sigue así, su jefe ya no le evaluará. Un algoritmo se encargará de ello constantemente, y cada correo electrónico, cada llamada realizada, cada minuto de pausa será analizado en tiempo real. Los empleados vivirán bajo una vigilancia algorítmica permanente en la que los sistemas de inteligencia artificial se encargarán de monitorear la productividad, el compromiso y hasta patrones de comportamiento para alimentar decisiones futuras sobre la carrera profesional.
Hasta las revisiones anuales serán generadas por IA, eliminando la subjetividad humana pero también el contexto personal y las circunstancias individuales. Los empleados recibirían un feedback desarticulado y genérico, sin la riqueza de la retroalimentación humana.

