Los mejores empleados, que además son expertos en inteligencia artificial, empiezan a sentirse frustrados, y muchos comienzan a considerar la posibilidad de marcharse de sus empresas. Esto genera una nueva ‘gran dimisión’, más silenciosa que la anterior, sin grandes oleadas de renuncias, pero más profunda.
Quienes usan las herramientas de inteligencia artificial suelen responder «por favor» y «gracias» en cada solicitud que envían a la IA. Un reciente estudio mundial del Upwork Research Institute concluye que «al menos la mitad de quienes usan la IA suele tener este trato cordial y amable con las máquinas». El 87% formula sus solicitudes como si hablaran con un humano y esto es algo parecido a una antropomorfización de las herramientas de IA, que indica que los empleados están creando conexiones emocionales más genuinas con sus asistentes digitales que con sus compañeros.
También hay que tener en cuenta que más de dos tercios afirman confiar más en la tecnología que en sus colegas de oficina, y un 64% considera que las máquinas son «más educadas y empáticas».
No cabe duda de que la IA nos hace mejores profesionales, y de que libera velocidad y escalabilidad. Pero también hay que tener en cuenta que transforma nuestra forma de colaborar y conectar como seres humanos. Así, la paradoja de la productividad que observamos puede llegar a ser un problema creciente de los sistemas de trabajo tradicionales, que premian el rendimiento con IA pero pasan por alto las relaciones humanas que subyacen a ese trabajo.
Y esto tiene consecuencias que tal vez no esperábamos, como el hecho de que los mejores empleados que además son expertos en inteligencia artificial empiecen a sentirse frustrados. Muchos podrían considerar irse de sus compañías por una combinación de sobrecarga, pérdida de motivación, falta de reconocimiento, desalineación de valores, mala gestión, cambios en la dinámica social y emocional del trabajo o mejores oportunidades externas.
Las tendencias muestran una gran insatisfacción y una necesidad de preparación para el cambio vinculada a la disrupción y al impacto humano de la IA en la vida laboral. Por eso puede hablarse de una nueva gran dimisión, más silenciosa que la anterior, pero potencialmente más profunda y centrada en la brecha tecnológica y en el aprendizaje continuo.
Así, los departamentos de recursos humanos y los gestores de personas -que deberían estar ya al frente de las operaciones que tienen que ver con la implantación de la inteligencia artificial- tienen una nueva y difícil tarea: las empresas que no aborden todos estos factores corren el riesgo de perder a su talento más valioso en un mercado cada vez más competitivo.

Myriam Blázquez, directora general de Experis, la consultora IT de ManpowerGroup, aseguraba esta semana con motivo de la presentación de un estudio sobre el avance de estas herramientas que «está claro que la inteligencia artificial tiene un potencial enorme, y ahora es el momento de explotarlo». Las empresas de todo el mundo se preparan para ampliar sus capacidades de IA, y la investigación de Experis constata que el 67% de las organizaciones tiene previsto aumentar su inversión durante 2025.
Por su parte la BBC citaba recientemente otros informes y estudios que concluyen que un 96% de los altos ejecutivos espera que el uso de herramientas de IA aumente los niveles generales de productividad de su empresa. Sin embargo, el 77% de los empleados encuestados afirma que las herramientas de inteligencia artificial han disminuido su productividad y han incrementado su carga de trabajo. Y el 47% de los empleados que utiliza IA en las encuestas citadas por la BBC afirma no tener ni idea de cómo lograr las mejoras de productividad que esperan sus empleadores. Además, según Axiom, sólo un 57% de empleados cree que su compañía tiene plan de inteligencia artificial.
Resume Now añade que el 61% de las personas considera que el uso de IA en el trabajo aumentará sus posibilidades de sufrir agotamiento. Los empleados más productivos y expertos en inteligencia artificial suelen recibir más responsabilidades y expectativas de rendimiento, lo que incrementa el riesgo de agotamiento.
El estudio mundial de Upwork Research Institut ya citado insiste en que casi nueve de cada diez empleados con mayor rendimiento en inteligencia artificial están quemados y también están pensando en cambiar de compañía.
Desconexión y desmotivación
El uso intensivo de la IA puede hacer que los empleados sientan que su trabajo es menos significativo o que pierden control sobre el resultado final, lo que reduce la motivación y aumenta el aburrimiento.
Además, muchos expertos en IA y empleados altamente productivos sienten que sus necesidades y expectativas no se entienden ni se valoran en culturas empresariales tradicionales y jerárquicas. Parece evidente que la falta de flexibilidad, de autonomía y de oportunidades para innovar o liderar proyectos es un factor clave de frustración.

Los profesionales expertos en inteligencia artificial valoran los entornos en los que es posible influir en la toma de decisiones y donde el liderazgo comprenda la naturaleza de su trabajo. Así, los cambios en la dirección estratégica de una compañía, especialmente en el caso de empresas tecnológicas y de IA, pueden generar desconfianza y desencanto entre los empleados más comprometidos con la misión original.
Y la falta de liderazgo claro, los cambios frecuentes en la dirección o las decisiones poco transparentes generan inseguridad y pérdida de confianza en el futuro de la empresa.
Dejando aparte la cuestión del coste de reemplazo -sustituir a un empleado cuesta entre 1,5 y 2 veces su salario anual, siendo aún mayor para roles especializados- hay que tener en cuenta que la salida de profesionales de alto rendimiento en IA tiene un efecto multiplicador negativo, ya que éstos no sólo contribuyen individualmente, sino que actúan como catalizadores de innovación para equipos completos.
Otro efecto negativo de esta posible renuncia por parte del mejor talento que domina la IA es la dependencia organizacional, ya que cuanto más sofisticada se vuelve la inteligencia artificial de una organización, más críticamente dependiente se vuelve de los humanos que la comprenden y utilizan. Sin olvidar la pérdida de ventaja competitiva: perder expertos en un mercado en el que la IA puede ser diferenciadora implica una merma en la capacidad de adaptación e innovación.
¿Dónde van los expertos?
La conjunción de alta demanda, madurez desigual de proyectos, liderazgo poco preparado y deseo de propósito crea un mercado muy favorecedor para la marcha de estos perfiles de alto rendimiento expertos en inteligencia artificial.
Hay que hablar en primer lugar de una demanda explosiva, ya que un 69% de los líderes de recursos humanos afirma que contratar con habilidades de IA es hoy más difícil que para la ciencia de datos clásica. La prueba está en los salarios -dos y hasta tres veces superiores al mercado- en roles de ingenieros o arquitectos de inteligencia artificial.
Los receptores de estos profesionales expertos que se van frustrados de sus compañías pueden ser sectores regulados que aceleran IA confiable, como es el caso de la salud digital, las fintech e insurtech (fraude, riesgo), energía, o manufactura avanzada (gemelos digitales), que buscan ingenieros de IA con know-how de cumplimiento y seguridad.

Las start up nativas en IA y unicornios sectoriales demandan asimismo este tipo de perfiles. Según Menlo Ventures, hay ciertos modelos fundacionales verticales en sectores como sanidad, legal o finanzas que buscan ingenieros LLM, ingenieros de prompts, responsables de alineamiento y especialistas en el diseño, desarrollo e implementación de sistemas de Retrieval-Augmented Generation, que crean soluciones que permiten a los modelos de lenguaje grandes (LLM) acceder y utilizar información externa actualizada.
También grandes tecnológicas como Google DeepMind, Meta, Anthropic o Microsoft-OpenAI sondean a este tipo de talento con paquetes retributivos que pueden llegar a los 500.000 dólares brutos anuales más equity.
Y consultoras AI first como Accenture, Deloitte, PwC o IBM Consulting abren numerosas plazas en ingeniería de datos, MLOps y risk-AI para desplegar copilotos empresariales.