Todavía existe estigma en torno al bienestar en muchos sectores, pero en industrias dominadas por hombres, como la construcción, las barreras pueden ser aún mayores.
El Gran Informe de Salud Mental de Mind ha revelado que casi la mitad de los hombres afirman que les daría vergüenza buscar ayuda profesional para un problema de salud mental . Para los líderes, esto deja algo inequívocamente claro: el bienestar no es algo que se desea tener ni algo que solo se aborde cuando surge una crisis, sino una responsabilidad fundamental en materia de salud y seguridad.
Hablar abiertamente sobre salud mental debe convertirse en la norma para los hombres, no en un tema tabú, y eso comienza con la creación de lugares de trabajo donde el apoyo sea visible y pedir ayuda sea visto como una fortaleza.
La salud mental en industrias dominadas por hombres
En sectores dominados por hombres, el estigma sigue siendo uno de los mayores obstáculos para que los hombres obtengan apoyo. La construcción es un ejemplo de ello: con un 85 % de la fuerza laboral compuesta por hombres, muchos aún sienten que deben afrontar la situación en silencio, y los trabajadores de la construcción tienen casi cuatro veces más probabilidades de morir por suicidio que el promedio nacional. Esto no es solo un problema del sector, sino que pone de relieve un problema cultural más amplio.
Si realmente queremos proteger a nuestra gente, abordar el estigma debe ser lo primero: normalizar las conversaciones, desafiar la idea de que pedir ayuda es una debilidad y crear lugares de trabajo donde los hombres se sientan seguros para hablar mucho antes de llegar a una crisis. La construcción demuestra lo que está en juego, pero la responsabilidad recae en todos los sectores.

¿Cómo podemos proteger a nuestra fuerza laboral?
Proteger el bienestar de los empleados empieza por crear entornos donde las personas se sientan valoradas y donde nunca se toleren el acoso ni la exclusión. A menudo, son las acciones más pequeñas las que marcan la diferencia: una entrevista, una conversación o simplemente saber a quién acudir cuando las cosas se ponen difíciles.
Organizaciones como Mind y Mates in Mind están impulsando este cambio, pero es algo que todo empleador debe asumir. Los líderes desempeñan un papel crucial para normalizar las conversaciones sobre salud mental y garantizar que el apoyo sea visible y accesible mediante asesoramiento, líneas telefónicas de ayuda y programas de asistencia al empleado .
La capacitación en bienestar y los primeros auxilios en salud mental pueden ayudar a los gerentes a detectar señales de alerta tempranas, mientras que medidas prácticas, desde horarios flexibles hasta revisiones de la carga de trabajo, pueden reducir el agotamiento. Acciones prácticas como reuniones de equipo o la celebración de hitos ayudan a aliviar la presión y a fomentar un sentido de pertenencia.
Integrar métricas de salud mental en los informes de salud y seguridad, revisar políticas como las de ausencia, rendimiento y baja por enfermedad desde una perspectiva de bienestar, y brindar a los gerentes de línea herramientas estructuradas para facilitar las conversaciones regulares contribuyen a fortalecer la intervención temprana. También es fundamental garantizar que los contratistas y subcontratistas tengan el mismo acceso a las mismas redes de apoyo que el personal directo.

Colaborar estrechamente con profesionales de RR. HH. para debatir políticas y enfoques innovadores ayuda a impulsar la mejora y a mantener el bienestar como prioridad. Proteger a nuestra fuerza laboral no se trata de una sola iniciativa, sino de crear una cultura donde las personas se sientan seguras de hablar mucho antes de llegar a una crisis.
Transformando la conciencia en acción cotidiana
Crear lugares de trabajo donde los hombres se sientan capaces de hablar abiertamente sobre su salud mental no sucederá de la noche a la mañana, pero cada organización tiene el poder de cambiar las cosas. El cambio empieza con la constancia y con comportamientos cotidianos que demuestren a las personas que se les valora y apoya.
Cuando los líderes dan ejemplo de apertura y las políticas se complementan con una atención genuina, no solo protegemos a nuestra fuerza laboral, sino que la fortalecemos. Los hombres nunca deberían tener que elegir entre sobrellevar la situación en silencio y conservar sus empleos. El verdadero progreso se hará evidente cuando pedir ayuda se normalice por completo y nadie sienta que debe llegar al límite antes de hablar.

