Primero fue el CEO de la felicidad, y luego el director de teletrabajo... Ahora crece la demanda de directores de IA, un perfil difícil de encontrar que será el encargado de gestionar las transformaciones que genera la inteligencia artificial en nuestras vidas y trabajos.
En abril de 2019, diez meses antes de que comenzara la pandemia de coronavirus, y algo más de 4 años antes de que conociéramos el boom de la inteligencia artificial generativa que ha cambiado tantas cosas, Levi Strauss & Co. hizo un nombramiento pionero: Katia Walsh -que procedía de Vodafone, donde fue la primera directora de análisis y datos de la empresa- era nombrada directora de IA de la compañía, responsable de “crear los habilitadores de datos, análisis e inteligencia artificial para respaldar el negocio global de la compañía a través de la incubación de innovación, nuevos modelos de negocio y crecimiento estratégico”.
La iniciativa pionera de Levi Strauss tiene mucho mérito, sobre todo si tenemos en cuenta que la IA no tenía en abril de 2019 tanto impacto en el negocio como ahora.
Hoy, según un informe de LinkedIn, el número de empresas con un puesto designado de director de IA casi se ha triplicado a nivel mundial en los últimos cinco años.
En realidad, este papel emergente del director de IA (en su acepción inglesa se habla de CAIO o Chief AI Officer) se ha hecho urgente desde que la Casa Blanca anunciara el pasado mes de marzo sus planes para obligar a las agencias federales a nombrar CAIO y a establecer juntas de gobernanza de IA.
Ahora cada vez más organizaciones reconocen la necesidad de contar con un director de IA, o al menos un arquitecto jefe de IA. No se trata sólo de un puesto ejecutivo, sino de una función crucial que impulsa las inversiones en IA, la gobernanza y el rendimiento empresarial general.
Una fiebre repentina
La fiebre por contar con profesionales para este puesto es comparable a la que provocó durante 2017 y 2018, antes de la pandemia, la tendencia de contar con un CEO de la felicidad, cuando ésta se convirtió en un valor omnipresente y archireclamado en muchas organizaciones. O la llegada del director de teletrabajo -durante la pandemia-, impulsada por la actividad en remoto y las nuevas necesidades de gestión que planteaban las fórmulas híbridas de actividad, que pedían una nueva clase de profesionales para gestionar todos esos cambios.
Lo primero que se debe tener en cuenta es que un director de IA se diferencia de otros chief officers: mientras que el CIO se enfoca en la tecnología de la información, el CTO se enfoca en la tecnología en general y el CDO se enfoca en los datos, el CAIO se enfoca específicamente en la IA, que tiene tanto de largo como de ancho.
Agregar un director de IA tiene sentido para las organizaciones que buscan incluir a alguien con una sólida perspectiva de IA a su estructura corporativa, sobre todo si esta nueva perspectiva no es muy común entre los líderes senior de la compañía, teniendo en cuenta la novedad, la capacidad de adaptación y las exigencias de nuevos conocimientos para dominar estas herramientas.
El ascenso de este perfil profesional se produce en medio de una feroz batalla por la experiencia en IA en general. Cada vez resulta más difícil reclutar candidatos adecuados a este puesto.
Multidisciplinar
Un informe de Accenture sugiere que el trabajo de un director de IA es multidisciplinar y requiere una combinación de conocimientos técnicos sólidos y una visión empresarial aguda en campos diversos como la IA y el aprendizaje automático, la informática, las estadísticas, el análisis de datos, la ética, el cumplimiento normativo, y experiencia específica en la industria. Añade la experiencia estratégica y la capacidad para gestionar la incertidumbre.
Hay quien piensa que la IA es como una navaja suiza: parece que todo el mundo puede utilizarla, pero no se puede usar el sacacorchos como destornillador. Hay que saber dónde usarla, cuáles son sus limitaciones y sus aplicaciones correctas. Y eso es lo que compete al director de IA, que debe estar involucrado en el aspecto técnico, reuniéndose diariamente con los científicos para revisar los resultados y determinar qué tipo de modelos van a entrenar. Al mismo tiempo, trabaja en iniciativas estratégicas.
Además, el director de IA no sólo habla con el personal de IA y no sólo gestiona el equipo de inteligencia artificial. También interactúa estrechamente con los demás equipos. El mayor desafío es que, si bien los servicios de IA son servicios tecnológicos, el uso y las implicaciones de la inteligencia artificial son cuestiones comerciales, de personas, de gestión del cambio, de procesos, de información y de tecnología.
Por todo esto hay quien dice que hay dos tipos de empresas en esta década: las que están utilizando plenamente la IA y las que están fuera del negocio.
Dilemas al contratar
La necesidad creciente de profesionales para este puesto genera algunos debates en lo que se refiere a la contratación de los candidatos más adecuados. Así, hay quien plantea si el director de IA debe ser alguien familiarizado con la empresa -que haya trabajado en ella durante años- o es más conveniente un experto en IA que venga de fuera. Esta última opción implica una visión nueva e información adicional que nadie en la empresa tiene actualmente. En cierto modo, el experto en IA que llega del exterior actúa casi como un consultor.
Para responder al dilema entre contratación interna frente a contratación externa, los expertos sugieren preguntar qué es lo más importante para al incorporar IA en la empresa: Si está aumentando la productividad; si se cuenta con un conjunto de habilidades que ayudan a lograrlo; o si se está incorporando IA al producto de la compañía. Una vez que se tenga la respuesta, será más fácil determinar quién debería ocupar el puesto y en qué nivel.
Un informe de Spencer Stuart sobre el ascenso del director de IA concluye que el CAIO ocupa un lugar central y de alto nivel en la estructura de la organización y plantea dos opciones: la primera, que reporte directamente al CEO, desempeñando un papel estratégico y multifuncional más allá de la tecnología, bien posicionado para colaborar con otros líderes clave para impulsar y aprovechar iniciativas de IA.
La segunda es que informe a otro alto directivo, como el CIO. Aquí el CAIO trabajaría en asociación con otras unidades de negocio para desarrollar e integrar una estrategia de IA.