Los dilemas, polaridades, paradojas, los “problemas malditos” son parte de nuestro ser y de la experiencia de nuestro cotidiano vivir. Todos navegamos por tensiones, la necesidad de elegir entre opuestos cuando ninguno por sí mismo parecen del todo acertados creando estrés a nivel intrapersonal, relacional, organizacional y en la sociedad. Pero ese estrés no necesariamente nos tiene que paralizar, puede usarse para convertirse en una fuerza que nos potencie para evolucionar en la creciente complejidad e interdependencia de nuestro entorno. Los polaridades siempre existieron pero hoy están más amplificadas y en la agenda de las conversaciones de manera más frecuente.
Para estar en la misma página, podemos definir como polaridad, dilema a una situación en la que dos estados aparentemente interdependientes y contradictorios deben mantenerse para tener éxito en el tiempo.
Va un ejemplo: Mantenemos las cosas, abiertas y flexibles para sostener nuestro espíritu emprendedor o introducimos procesos y estructura para dar consistencia. La respuesta obvia sería ambas. En el mundo real sin embargo este tipo de preguntas generan apasionados debates, tomas de posición, animosidad, prácticas pendulares que no conducen a ninguna parte, la mejor excusa para que no pase nada y quedarnos en la zona de confort. Nos quedamos atrapados, enrollados en la mentalidad de la “O “ que se traduce en costos emocionales, energéticos, pérdidas de oportunidad, de velocidad de respuesta, de entrega de valor y de sustentabilidad. Esta mentalidad nos permite resolver problemas simples pero no alcanza, para evolucionar, para liberar el potencial…
En este contexto de transformación exponencial necesitamos liderar la complejidad aprendiendo a navegar los dilemas, danzar con las polaridades con la mentalidad de la Y, generando conversaciones profundas que logren el encuentro de los beneficios de ambas partes. No es fácil, nuestro hardware, nuestro lenguaje del versus conspira con la mentalidad de la conjunción, de la integración: ambos/ambas/Y.
Superar estas limitaciones requiere romper nuestra forma de mirar el mundo a través de variables independientes, tomar conciencia de la interdependencia y abrazar la tensión interna inherente en los dilemas de forma creativa.
